viernes, 9 de diciembre de 2011

ARTESANIA: EL BARRO

Probablemente la artesanía más popular en Canarias sea la del barro, y si algo podría favorecer su desaparición es la falta de uso de los recipientes tradicionales en la cocina. Esta actividad , practicamente doméstica, era realizada por las mujeres hasta mediados del siglo XX, ayudadas por los hombres en las tareas de recogida del barro y horneado de las piezas. Este tipo de artesanía se realizaba en Canarias siempre sin torno, concretamente por el proceso de urdido (a base de los denominados churros), una técnica usada habitualmente en el Norte de África entre los bereberes y única en Europa, sobre una base de piedra o madera, normalmente sentadas en el suelo, de rodillas o de pie como se hace en Tenerife, hacen un hueco en un trozo de barro y le van dando forma hasta conseguir el fondo para a continuación agregarle churros de barro cilíndricos para construir la pared, alisándose con un callado y rematando el borde, se le colocan a continuación las asas y una vez seco se quita el barro que sobra, después se va alisando con un callao poroso y con uno fino, se deja orear y se le da almagre finalizando la pieza con el alisado, para lo que se utiliza un callao fino.


Los centros de producción mas importantes localizados en Tenerife fueron los de Candelaria, San Miguel, San Andrés, La Victoria, La Guancha y Arico. A día de hoy la alfarería popular canaria es casi una reliquia, aunque se pueden contemplar en diferentes ferias de las Islas la belleza de las tallas, (ollas para guisar, tostadores de castañas, escurridores, braseros y recipientes de todo tipo). El barro de Tenerife es de origen volcánico y pertenece a una arcilla llamada betonita, de gran plasticidad. Es necesario la mezcla con arena y barro flojo para que las piezas no se puedan resquebrajar en la cocción. Normalmente iban al barranco a por la arena y lo llevaban hasta la casa, mojándolo y poniéndolo al sol, se le quitaban las piedras majándolo con un mazo de madera y se ponía en un cubo en remojo con agua hasta que el barro se encontraba esponjoso, que era cuando se amasaba o se pisaba con la arena para a continuación finalizar haciendo las pellas de barro, a partir de este tratamiento el barro estaba totalmente preparado para ser utilizado.


A pesar que la artesanía del barro es de las mas estudiadas en el archipiélago, todavía no es posible conocer como se realizó el pase de cerámica prehispánica a cerámica popular. En Canarias excepto en La Palma y Lanzarote se utilizaba el horno, de una sola cámara, desde los tiempos de la conquista. En la base del horno, que se hacía con lascas de piedra volcánica, se colocaban todas las piezas con la boca hacia el exterior, entongadas sobre una cama de leña, se le echaba leña de sarmiento, brezo o restos de poda hasta que se ponían los recipientes al rojo vivo, luego se dejaba enfriar las piezas hasta el día siguiente tapando el orificio y ya se concluía la obra de artesanía. Sin ningún género de dudas son los nuevos materiales de utensilios de cocina y las exigencias del turismo que llegó al archipiélago a mediados del siglo XX, que se pasó al uso de nuevos materiales, con precios más competitivos, lo que propició que el arte tradicional de nuestra artesanía fuese cayendo en desuso e impidiendo la continuidad de este oficio.


 Es curioso contemplar la diferencia tan enorme entre los diseños de las vasijas prehispánicas de las Islas, no obstante todas tenían en común la armonía y la belleza de sus formas. Estas vasijas utilizadas originalmente para el uso doméstico se destinaban, además,  como obras de arte funerario y ceremonial.


Según la opinión de muchos antiguos artesanos canarios, las piezas tradicionales canarias no deben hacerse jamás con un torno. Máximo natural de la Victoria de Acentejo es de los que a pesar de que quiere ganarse la vida con su oficio, dedica mucho de su tiempo, esfuerzo y creatividad, a idear formas nuevas,  olvidándose de formas comerciales, ampliando su muestrario de piezas a un mundo más creativo y moderno, respetando las técnicas tradicionales de elaboración del barro y de las piezas,  fabricadas de manera artesanal.


Pese a la difícil situación comercial y económica que  atraviesa nuestra Sociedad,  Máximo es una persona entusiasta, siempre  animoso,  motivado principalmente por el gran amor que siente por su oficio.  Todo artesano espera que en algún momento sea reconocido su trabajo, pues éstos luchan porque no sea sólo un objeto de culto o decoración sino que además sean piezas realmente útiles.

 

Esta es la posición  en la que Máximo realiza su trabajo, de pie, sin torno, colocando los churros de barro y trabajando, con sus rudas pero sensibles manos, dándole la forma y belleza a la pieza que está elaborando, sin perder nunca la sonrisa y el entusiasmo.


Este es el resultado final de muchos días, semanas y meses de trabajo en el diseño, pruebas, elaboración y ejecución de la obra.


Nuestra lucha canaria, deporte vernáculo,  es otro de los motivos que Máximo ha plasmado en su obra y que define muy bien su personalidad: noble, luchador, sacrificado y entregado a su trabajo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario